La patata es uno de los productos básicos más populares del mundo. Se utiliza en muchas gastronomías por todo el planeta, desde la catalana hasta la argentina, pasando por la inglesa, la francesa o la china. Un ingrediente que se suele relacionar con las clases populares y que ahora podría convertirse en un lujo si no cambia la tendencia de precios al alza que ya hace meses que dura.

Un alimento básico

La patata se puede asar, hervir, freír, confitar, hacer puré… se utiliza para prácticamente todo. Pero este alimento básico tiene un problema: el precio. Cuando hablamos de gastronomía es tan importante saber qué sabor tienen los alimentos como ser conscientes de dónde viene aquello que comemos y qué precio tienen los productos que gastamos. Está muy bien querer hacer una receta con caviar y azafrán, pero si no sabemos el valor económico que tienen estos productos, difícilmente los trataremos con el cuidado que toca. Pues lo mismo pasa con los productos básicos como los huevos, el aceite de oliva o las patatas, algunos de los alimentos que más pican en el bolsillo de los consumidores cuando se encarecen.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de la patata ha subido un 12% entre enero y agosto de este año. Un aumento de precio que responde a dos causas principales: la caída de la producción nacional y la menor entrada de patata de Francia, principal competidor del Estado español. La sequía, las condiciones climáticas adversas y la mala calidad de las semillas son algunos de los factores que, a la espera de acabar la campaña, pueden provocar una caída de entre el 20% y el 30% del volumen de producción de patata.

Recetario tradicional

Puede parecer que el aumento de unos céntimos o unos euros en el precio de la patata no suponga gran cosa, pero en realidad es un cambio más significativo de lo que parece. La patata forma parte de muchos platos del recetario tradicional catalán, desde el fricandó hasta la judía con patatas, pasando por la ensalada rusa o la escudella. Un ingrediente que a veces es opcional, pero sin el cual los platos no tienen el mismo sabor. El aumento de precio de la patata puede provocar cambios de hábitos de consumo; los compradores pueden decantarse por comprar producto congelado, de peor calidad, pero a un precio más bajo. Y si realmente queremos dar salida a productos de proximidad y de la máxima calidad, que tienen un precio más alto, el encarecimiento de los alimentos no juega a favor de los productores locales. Así pues, ahora más que nunca, es importante dar valor al producto de casa y hacer el esfuerzo de consumir alimentos locales, cultivados por nuestros agricultores en nuestra casa y con una calidad muy superior.

 

Fuente: ElNacional.cat